sábado, 10 de julio de 2010

Gurú del desamor

A todo el mundo alguna vez le pasa: nos enamoramos de una persona que nos ignora e interpretamos su indiferencia (retorcidamente y para nuestro inmenso perjuicio emocional) como una compleja muestra de interés. Si no te mira, le da vergüenza. Si te mira como si fueras un sorete gigante, es sólo un juego para llamar tu atención. Si está con otro, es para darte celos. Si no te contesta un llamado o un mensaje, es parte de una estrategia para enamorarte (¿qué estrategia es esa?, ¡vamos!).
Esto está mal. Tenemos que aprender a lidiar con el rechazo. Tenemos que aprender a decir: "Si esta persona no me mira o me mira cual a un sorete, está con otro y no me contesta los llamados, evidentemente le chupo un huevo".

-Ay, pero el otro día puso "Me gusta" en una foto en la que aparezco, en facebook!.

Bueno, bueno, bueno. Con qué poco hemos llegado a contentarnos. ¿Son esas las muestras de interés que merecemos recibir a cambio de nuestro amor patético esmerado, incondicional?.
Y además, date cuenta: estás rodeado de cinco amigos que están todos más buenos que vos en la foto.



-Bueno, pero el otro día me dijo algo rarísimo, claramente para provocarme. Me pidió que le recomendara un telo. ¡Cualquiera!. Eso es un palo.

A ver. ¿Te invitó a cojer a un telo?. No. Mientras te hablaba, ¿guiñaba un ojo, te hablaba a un centímetro de distancia con sus brazos enroscados firmemente alrededor de tu cuello o sus manos sobre tus caídos glúteos?. No. ¿Te das cuenta?. No sólo no quiere cojerte, sino que te utiliza para que le recomiendes un lugar donde cojer, desenfrenadamente, con otra persona.



-Pero, el otro día iba caminando detrás de él/ella y dejó caer un boleto de colectivo. ¿No querrá que sepa qué colectivo se toma?.

Bueeeno, bueno. Locuras.



-Pero siempre me habla por messenger.

Y me imagino que te saluda primero.

-Bueno, no, pero.

No más preguntas, su señoría.



'Pero el otro día me dijo que me quería!.


El otro día te dijo que te quería, en un boliche, a las cinco de la mañana, en deplorable estado de ebriedad, llamándote por otro nombre y echándose un vómito a tus pies acto seguido.



Nos nos engañemos más. Asumamos el rechazo. Seamos capaces de ver que el otro no nos quiere, que el otro no nos desea, que no somos gustados, que no somos esperados, que no somos deseados. Seamos capaces de discernir entre un gesto de amor, una muestra de indiferencia, y la más ostentosa prueba de desprecio. No veamos segundas intenciones en una mirada fría. No leamos con ternura saludos mezquinos dichos por compromiso. No nos acostumbremos a esas migajas emocionales. Exijamos un pan delicioso, generoso. Si te quiere te va a llamar, y si no te llama, no es por ningún otro motivo que porque no le interesa hablar (ni mucho menos construir una relación) con vos.