domingo, 29 de junio de 2008

Historial de un solo error: mi vida

Estas fueron hasta ahora mis declaraciones de amor.

Octubre de 2003:

Juan: Tengo que decirte algo.
Verdugo Nº 1: Sí, yo también... Se me nota, ¿no?
Juan: Wow, no, en realidad no. Pero qué bueno. Bah, si es lo que yo pienso.
Verdugo Nº1: Sí, se me re nota, por eso me mirás tanto, debe pasarte lo mismo.
(Juan piensa: Ok, o esto está siendo sospechosamente más fácil de lo que creía o estás por cagarme la vida de una manera muy baja).
Juan: Creo que sí. Decime.
Verdugo Nº1: A vos también te gusta Natalia, ¿no?
Juan: ...


Diciembre de 2004

Juan: Tengo que decirte algo
Verdugo Nº 2: Decime
Juan: ¿Te acordás que te dije que tengo un amigo que me gusta?
Verdugo Nº 2: Sí, ¿me vas a decir quién es de una puta vez?
Juan: Eh, sí... vos.
Verdugo Nº 2: Ajajajajaja.
Juan: Eh... ¿qué es lo gracioso?
Verdugo Nº 2: Jaja. Dale, Juan. No seas boludo. Uh, ahí llegó mi viejo. Che, mañana me contás quién es el que te gusta.
Juan: ¡...!

(...)

Octubre de 2006:

Juan: Perdón, ¿puedo preguntar si te planteás algo entre nosotros? Digo, porque no entiendo nada y me estoy desquiciando.
Verdugo Nº 3: ¿Me querés preguntar si me gustás?
Juan: Eh, no. Pero ponele, ya fue
Verdugo Nº 3: Sos hermoso, bueno, adorable.
Juan: Te sigo, eh.
Verdugo Nº 3: Pero ...
(Juan: Uuuuuuh me caaago en diooos)
... soy muy jodido, y... no quiero hacerte daño. No me lo perdonaría.
Juan: ...


Mayo de 2008

Juan: Te molesto con una pregunta así sé cómo planear mi vida a partir de esto. ¿Te gusto?
Verdugo Nº 4: No, no me pasa nada con vos.
Juan: ...
(Silencio)
Juan: Perdón, en cuanto recupere el pulso cardíaco normal volvemos.
Verdugo Nº 4: Jaja. Ay qué bueno que te lo tomes con humor.
Juan: ¡¡¡...!!!


Continuará.
(De eso, ... , estoy seguro)

lunes, 23 de junio de 2008

Cosas que hago que hasta ayer me parecían normales y hoy no tanto

¿Alguno de ustedes hace o pensó en hacer (y se asustó?) las siguientes cosas?

Me he dado cuenta de que tengo una manera extraña de hacer cosas de lo más comunes, y al mismo tiempo, que repito como normales otras definitivamente raras.

¡Por ejemplo! Cuando voy caminando hacia la facultad, cuento los pasos desde mi puerta hasta la del claustro, y comparo la cantidad de hoy con la de ayer (entre 1655 y 1770, en general). Mucho tiempo me pregunté por qué tantas personas me miran con tanta cara de orto cuando me cruzo con alguien caminando, pero últimamente me he dado cuenta de que constantemente estoy contando por lo bajo, y encima de que estoy susurrando como un pelotudo les pongo cara de vivo. También me propongo desafíos. Si de acá a ese árbol hay 20 pasos, fortuna: vas a ser rico, vas a sacarte un 10, o algo parecido. Si no, salud: realice más ejercicio, coma otra cosa que snacks. Gr. Si no me siento de ánimo para los números, voy recitando escenas de películas que me gustan y por supuesto imáginandome a mí diciendo todas las frases triunfales y llenas de determinación y agudeza. A esto suelen ir gestos manuales, generalmente con un puño cerrado marcando las mejores líneas.

La segunda rareza creo que tiene que ver con mi poca inteligencia motora, torpeza, taradismo, e-te-ce.
Nosotros en mi casa tenemos muchas fuentes y sartenes que guardamos dentro del horno. Cada vez que uno necesita prenderlo, debe sacar los cacharros y posarlos en otro lugar temporalmente. Yo todos los días hago lo mismo: intento sacarlos todos juntos con una mano asiendo con fuerza el que está más abajo, provocando algún desastre como: que se vuelque el aceite de la o el sartén adentro del horno. Esto pasa muy, muy a menudo. Finalmente entiendo que no va, utilizo las dos manos y traslado la torre tambaleante a la mesa, y paso varios segundos moviendo una y otra cosa para que se mantengan en equilibrio en lugar de hacer varias pilas.
Con las perchas para colgar la ropa, me sucede algo similar. No tomo los pantalones con ambas manos y los aflojo y desprendo con gracia, sino que agarro una punta de los mismos y tiro, como arrancando un cacho de papel higiénico. Así rompí esta semana dos perchas de plástico.

Para estudiar, he desarrollado una técnica que vas a aplicar, yo te conozco.
Tomo las hojas, las pego con cinta en la pared muy cerca de la estufa, y leo parado con el culo posado en la estufa. Te encantó.

Antes de entrar a un comercio, ensayo mentalmente el saludo.

No puedo hacer ninguna tarea hogareña (barrido, cama, lavado de platos), si no puse antes un buen tema para escuchar mientras tanto.

Cuando se me cae comida al mantel, como por ejemplo, un PUÑADO de papas fritas, no la traslado al plato sino que voy comiendo de dónde cayó a velocidad normal.

Durante la hora de la cena mi mamá y mi hermana miran alguna novela pedorra de Suar que no soporto. Para negar la caja boba, me pongo muy denso, me obligo a pensar en voz alta, le tiro el pelo a mi hermana, hago caras para el divertimento familiar.

Cada vez que recibo algún recibo (d'uh) o documento importante, me tomo un taxi hasta mi casa porque sé de mi talento para perder cosas que es un garrón perder. No obstante, no menos de una vez tuve que correr al taxi porque había dejado, cual ofrenda, los documentos que intentaba proteger en el asiento del auto.

Y conociéndome, continuará.

EDIT:

-Ah, me hago cafés y capuccinos con agua caliente de la canilla.

martes, 17 de junio de 2008

Sobre autocompasión y la carrera del tiempo

¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que no teniendo ninguna, ninguna responsabilidad seria, me cueste tanto organizar mis pequeñas tareas, mis insignificantes, ordinarias y cochambrosas actividades en un día suficientemente largo? ¿Cómo puede ser que no pueda nunca finalizar tareas tan sencillas como: hacer una cama; ESCRIBIR UN MENSAJE DE TEXTO, lavar los platos, barrer superficialmente, imprimir un trabajo, sacar tres miserables prendas de la soga.
Érase una vez una persona normal. Despertábase por las mañanas (por las mañanas... as mañanas... añanas, nas... as, s), destendía la ropa, ordenaba su cuarto y completaba sus deberes académicos antes de la hora del almuerzo, luego del cual escribía hermosísimos textos en su blog.
Pero claro, no. Yo me levanto a las (un estornudo sofoca el número) y mientras hago la cama me acuerdo: Uh, tenía que llamar a Pau. Allí corro hacia el teléfono pisando las frazadas. Cuelgo, siento hambre, y empiezo a hacer la comida. La dejo, y vuelvo a la pieza
pero no para continuar con la tarea de tender la cama sino para revisar mi mail. Por supuesto que me detengo leyendo el Msn Hoy, bajándome subtítulos de películas que... ( y atento porque éste es un recurso literario que en inglés se llama foreshadowing)... ya no veré. El escritorio está rebosante de vajilla: dos tazas de meriendas pasadas, dos vasos, y, misteriosamente, un cuchillo de asador que, ah, creo que utilicé para sacar monedas del chancho por no ir a buscar cambio. Pero bueno, continúo: como soy muy aplicado comienzo a imprimir un trabajo y en ese momento me acuerdo que tengo una pizza en el horno. Tan dura ella, tan seca, que la agarro con una mano y me la traigo colgando como si fuera un disco de vinilo. La poso sobre el escritorio y observo: Cama deshecha, el celular chillando con un mensaje que me da paja leer, la impresora despidiendo hojas impresas por toda la habitación y la pizza emitiendo un sonido chirriante.
Termino de masticar, y, muchas interrupciones de por medio para escuchar algún temón en el living o mirar las noticias, ordeno el desastre que te describo más arriba.
Y nada.
Y eso.
Y son las 19.49, pero yo no quiero que vos me digas lo que pensás de mí. No lo quiero.
Llega un momento en la vida de uno en que te chupa un huevo Bucay, te chupa un huevo tu vieja, te chupa un huevo. Entendés que... sos así, y que ya fue. ¿Funcionás a latigazos en el ojete, entregando las cosas hechas una mierda a último momento, sin haber dormido la noche anterior, cuando el fin de semana te la pasaste postrado mirando películas? ¿Aprobás las materias así? ¿Tus amigos te quieren igual? Y bueno. Listo. Qué va a hacer, seguí siendo las bosta que criaste, pero no te mientas, oh no (esto me lo leés con voz de yanqui traducido, ¿mh?).

De todas maneras, y si bien es cierto que soy pésimo administrador de mi tiempo, hay algo más macabro detrás de esto. Alguien nos está metiendo mano en el reloj. ¿Cómo puede ser que ya sea martes, si recién acabo de darle a mi papá el regalo que mi hermana le compró el domingo? ¿Cómo puede ser que sea Junio? ¿¡Cómo!, si aún estoy lleno de la comida navideña, la fruta abrillantada del pan dulce incrustada entre muela y muela?
Si yo te digo a vos, que debés ser un/a viejo/a choto/a igual que yo: ¿A qué jugarán ahora los niños que nacieron en los 90? La garoooooompa, los niños que nacieron en el 95, por ejemplo, ahora tienen trece años,... TRECE AÑOS... Yo vivo al lado de una escuela, y cada vez que salgo o entro cuando están reunidos en mi puerta los escucho y no les entiendo un choto. Yo, que tengo diecinueve años, me siento un viejo hediondo escuchándolos porque no los comprendo. "ay bldo, qué te hacés el canio, sos re pene", ¿perdón? Y encima los guachos, si me tienen que preguntar la hora, clavan un "Señor". ¡Ja! ¿DISCULPAME? (esto cual loca lo leés).
¿Dónde quedó el ir a alquilar un cassette del family, el "dele, un día más, se lo canjeo"?... el mirar mil veces las mismas películas de Disney, los Animaniacs, los Nick Toons, que duraban quince minutos y siempre veías otro, total... Y Nickelodeon miramos hasta los 14... no me digas...! Que Sabrina, que Le temes a la oscuridad.
Ahora nooo, ahora los señores nooo, a los 14 van a bailar. Lo que sí, ahora ir a bailar es más accesible. Si sos señorita, por ejemplo, y no tenés plata, todo bien, con un pete estamos.
No es así.
(Mirtha)
Yo así, no. A las corridas, no.

En un mundo de preadolescentes peteros e hipercomunicados: no.
Elvirita, traeme un vaso de agua. ¿Podemos ir a un corte, señor director, mh? ¿Cómo? No, no, no me importa, no, a un corte, a un corte, un besito.

domingo, 15 de junio de 2008

Fuh this cheese

Sarah Silverman




He llegado a entender que la clave de la rehabilitación es asumir que nunca nos vamos a deshacer de nuestra conducta adictiva, pero que podemos recanalizarla en una obsesión un poco más sana. Por ejemplo, está este queso... que viene envuelto en un plástico rojo que es como una red... cinco quesos de hecho, cinco ruedas de queso pintadas en cera roja.
La única forma en la que puedo expresar cuánto me gusta este queso (y de verdad que ya agoté todas las posibilidades) es...: Me quiero garchar a este queso. Me lo quiero cojer, o sea ni siquiera quiero ser la mina, quiero ponérsela yo, quiero meterme debajo, como que es más petiso que yo, y llegar hasta la diminuta vagina de queso. Oh, fuuuh. Fíjense que estoy tan excitada que no puedo terminar la palabra "fuck" entonces es "fuuh", o fuuuh.
Qué buen queso.

To Eliana.

sábado, 14 de junio de 2008

Post pelotudo

¿Se dieron cuenta de cuántos apellidos en inglés hay que significan ALGO, palabra o frase?
Uno dice Jack Black, o Jack White por-qué-no?, pensando que es cool, que tiene onda, pero para ellos es como llamarse acá Juan Blanco o Juan Negro. Es un garrón.
Más particularmente me llama la atención la cantidad de apellidos que contienen la palabra "man".
Señores, Natalie Portman se llama Natalia Hombre del Puerto.
Para ellos es así, cuando la seño pasaba lista, los compañeritos de Natalie escuchaban: "Hombre del Puerto vino?".
Gary Oldman, una patada en los huevos: Hombre Viejo.
Sarah Silverman es el Hombre de Plata, no es joda.
El británico Alan Rickman es el Hombre de la Torcedura DE CUELLO.
Y así podría citar muchos otros.
Luego tenemos a Fiona Manzana, a Jude Ley, a Justin Lago de Madera, al cineasta inglés Michael Fondo de Invierno (Winterbottom), a Oscar Salvaje, a Dan Marrón, a Stephen Rey, a Lewis Villancico, al guitarrista de CABEZA DE RADIO: Johnny BOSQUE VERDE.
Y el mago de Jota Ka: HARRY ALFARERO.
Saben qué feo que debe ser? Qué estén tomando lista en la escuela y pase ésto:
Beniteeez... Echeverríaaa... FONDO DE INVIERNOOO
Garrón.
Che, cuando tenga más posts borro esta bosta.

martes, 10 de junio de 2008

“De Alfred Hitchcock a Neil Jordan”, Ciclo de Cine Británico en el Auditorium

Todos los martes a las 17 se estarán proyectando en el Auditorium, hasta bien entrado julio, películas británicas clásicas, de esas que hicieron escuela y dispararon a su director a la categoría de obligatorios. Hoy me tocó Barry Lyndon (1975, Kubrick), sobre un pibe irlandés sin expectativas, que aspira a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII y lo consigue mediante una serie de tramoyas y mucho orto, pero termina solo, corrompido, sin una pierna y tan pobre como cuando se fue de Irlanda.













El quetejedi se fue al cine con sus mejores trapos esperando ver cineastas amateur en particular y gente bella en general. Imagínense mi decepción al observar que la media de edad de la platea era de 70 años. Parecía una reunión del Pami. Chasquidos, gargajos, carraspeos, algún ronquido cómo no?, y un señor adelante mío que tenía semejante frizz que sus pelos me tapaban los subtítulos.
A los marplatenses: vayan.

Es todo psicológico, nena

Siempre una nueva yo, efectivamente.
A los cuatro, carraspeaba permanentemente.
A los seis, tartamudeaba.
A los ocho, me sonaba el cuello a cada rato.
A los doce, no comía al mediodía porque decía que me caía mal.
Ahora esto.

¿Hay derecho?

Creo fervientemente que si te predisponés a tener una sensación física, seguramente la sientas luego de unos pocos segundos de autosugestión. Ni siquiera hace falta ser un hipocondríaco patético como yo. El tema es que ahora se me dio por pensar, cada vez que ya estoy ovillado, tapado hasta la cabeza en mi cama, calentito, luego de un aaaarduo día (o no, no versiemos) que tengo ganas de hacer pis. Te quiero comentar que yo generalmente, HAGO pis unos minutos antes de acostarme, pero ahora resulta que no es suficiente.
Todo comenzó hace una semana cuando, estando acurrucado entre mis muchas frazadas, pensé: Qué suplicio sería tener que levantarse a mear ahora. Mear... Mear. Canillas abiertas, flujos de agua, lluvia, manguera. Y esa sensación de que efectivamente tenés líquido que descargar. No mucho, sólo el suficiente para no dejarte dormir.
Y desde entonces, cada noche lo mismo. Me acuesto... y aunque trato de censurar la idea tan rápido como empieza a formarse, lo siento: esas tres putas gotas de meo que tengo que ir a descargar me atormentan una vez más.

jueves, 5 de junio de 2008

Untitled Nº 1

Escribir... borrar escribir, borescribir, mh borrar, escno, borrar.
Basta.
Después de todo, ¿alguien de verdad esperaba que tenga algo importante que decir? Si así es, están muy equivocados. Es mi primer posteo y no tengo tema.
Hoy no hice nada. Nada en absoluto. Me dejé el despertador a las 8 de la mañana (siempre un iluso) con la tonta esperanza de leer los capítulos pertinentes para la clase de las 12. Sonó el celular, lo arrojé contra la pared más cercana y dormí hasta las 12 y media. Almorcé (porque eso sí, eh, yo con los horarios de las ingestas cumplo, si me despierto a la hora del almuerzo, no desayuno primero: almuerzo directamente; ídem ocurriría con merienda o cena), hice alguna tareílla para la clase de las 4, me bañé, y a las 3 estaba en la facultad para la hora de Laboratorio, que no hubo. Me quedé leyendo otro poco para las de las 4, que tampoco hubo, y me volví a casa sintiéndome ligeramente estafado y descomunalmente vacío. ¿Y después qué? Llegar a casa, que no haya nadie, yacer un rato deseando que llegue mi mamá y, eventualmente escuchar la puerta. Anécdotas laborales, suspiros, frases maternales, y ese gataflorismo doméstico de, cuando se está solo, desear que llegue alguien más, y cuando llega, no querer otra cosa que alejarte. Promesas vanas de estudio, orden habitacional superfluo, videos en youtube, chat, esperar la cena... y el tiempo se fue, no lo tenés más. Te duele la espalda como un pelotudo, estás postrado como un cerdo despreciable y qué hiciste, aparte de calentar una silla, escuchar las mismas canciones de siempre y hablar idioteces, ¡idioteces!, con hombrecitos verdes panzones que no tienen cara.
Mi vida sería totalmente diferente si algunas cosas cambiaran. Lo más gracioso, es que esas cosas dependen enteramente de mí, y, como evidentemente NO LAS ESTOY HACIENDO, debería inferir que me quiero muy poco, y ese pensamiento es, cuanto menos, inquietante.
Podríamos empezar, digamos, por... ¿sacar banda ancha? Ja, y fíjense que lo primero que hago al minuto siguiente es crearme un blog. ¿Soy idiota? ¡RESPONDÉMELO DESPUÉS DEL CORTE!
Otra cosa: Juan: basta. Hacé algo por tu cuerpo porque no sólo no estás bueno, que de última ya fue, nadie tiene tiempo para estarlo (esto no es enteramente cierto) pero no sólo NO estás bueno si no que da pena ya. Te duele todo, estás rígido en algunas partes y peligrosamente flácido en otras, ¿qué es esto?, has cambiado. De hecho no y eso es lo preocupante.
Levantate temprano. Te lo digo en serio. No podés, no puedo (¡NO! desentendámonos utilizando la 3º persona) no podés seguir faltando a las clases. QUÉ ES ESTA, ¿UNA NUEVA?, diría mi mamá.
Y estudiá, por la Virgen de Guadalupe, estudiá. Ya sabemos que sos capaz, que sin estudiar un choto aprobás igual, pero ¿se puede ser tan mediocre?, ¿yo me enseñé esto?.
Así que basta. Basta de chat compulsivo y alienante, basta de perderme clases, basta de dormir hasta una hora que me da vergüenza citar, basta de sedentarismo mcdonalero, basta de comprarte libros que no leés.
Una nueva vida comienza a partir deeeeeeeee, 1, 2, 3.... el lunes, te juro, te juro.